sábado, 8 de octubre de 2011

SÉCATE LAS LÁGRIMAS Y VUELVE A SONREIR

 Cuando nos ocurre algo inesperado: una separación, un accidente, la pérdida de un ser querido o de un empleo, o cualquier hecho que nos saca violentamente de nuestra rutina diaria, cuesta mucho en primer lugar asimilar lo que ha pasado; generalmente quedamos en shock o creemos que no nos ha afectado tanto.
Quizá lloremos mucho o no lloremos, peor todavía, pero siempre, como seres humanos, debemos aceptar lo que ha pasado y asumir el duelo, porque también eso es parte de nuestra sanación, y no pensar que nos la sabemos todas y que solos podemos salir de la situación.

En esos casos, lo mejor es buscar apoyo en la familia y las amistades. Las de verdad, las que te escuchan, las que te consuelan o te regañan a tiempo para que no te hundas en el abismo de una depresión. Así mismo, el sacerdote de nuestra parroquia, el pastor, rabino o imán según sea tu religión, juegan un papel importante en estos casos, y por supuesto, si vemos que realmente es muy difícil lograr el equilibrio mental y emocional, la ayuda de un profesional es lo más indicado.

Lo importante no es quedarnos en el duelo para siempre, en mirar y mirar hacia atrás y no ver lo que es nuestro presente y las posibles vías hacia el futuro: Si es una pérdida de un ser querido o una separación, de nada sirve que dejemos la habitación de quien no está igual tal y como la dejó; hay que cambiarla, pintar de otro color, obsequiar su ropa a una iglesia o ancianato, y retirar las fotos que estén a la vista porque nos van a estar recordando todo el tiempo lo ocurrido, lo cual no implica que las botemos; no, podemos guardarlas en un álbum y de vez en cuando verlas, bendecir su presencia en nuestras vidas y darle gracias por la experiencia de haber convivido. Si se fue por separación, lo mismo que lo anterior también cuenta, y perdonar, perdonar y perdonar, liberar de nuestros corazones cualquier odio, rencor, o tristeza tratando de comprender que a veces nos toca vivir por un tiempo con alguien y que ya su energía va a otros rumbos, y nosotros podemos retomar la existencia desde el amor a nosotros mismos, buscando vías y actividades que nos ayuden a restaurar no sólo el corazón sino el cuerpo físico y la mente.
Nada mejor que refugiarnos en Dios, en su infinita misericordia, en su paz. Les aseguro que es el mejor bálsamo para el alma que calma nuestras ansias y nuestras preocupaciones.
La segunda acción es caminar, preferiblemente en un parque: la naturaleza con su verdor, su belleza, nos restaura; a lo mejor nunca nos detuvimos a observar la belleza de una flor o de un ave, hasta el quehacer de las hormigas, el azul del cielo, la forma de las nubes… Igualmente el realizar ejercicios o deportes en algún centro que esté en la vía de nuestra casa o un centro de actividades creativas, danzas, bailoterapia, pintura, en las ciudades siempre hay centros culturales con actividades a precios accesibles o gratuitas.
Otras vías son el retomar las amistades que hace tiempo no veíamos o el colaborar con grupos que realizan obras sociales en asilos, orfanatos y hospitales, etc. Cuando vemos el sufrimiento humano, muchas veces sentimos que nuestro problema o pérdida tiene solución o sentimos consuelo al ayudar a los más desvalidos.
¿Llorar? Sí, es necesario. Para eso tenemos lágrimas que son como la lluvia, cuando la atmósfera está cargada y llueve, luego sentimos que el ambiente se despeja y se refresca; así es nuestra vida humana, a través del llanto nos despejamos. Pero no lloremos para siempre, sea cual sea la situación, tenemos un bonito recurso en nuestro ser que es la sonrisa, y aunque haya sido la pérdida de un ser  querido, estoy segura que donde quiera que éste se encuentre sentirá alegría de verte sonreír. Por esta razón, y por muchas otras que valen la pena en nuestro paso por la Tierra, sécate las lágrimas y vuelve a sonreír. Un beso, un abrazo y una sonrisa.


A que sonríes...


domingo, 31 de julio de 2011

SEGUIR SOLAS...

Hace unos meses, conversando con una amiga que vive sola, ella me decía que era tanto el vacío que sentía, que muchas veces los domingos salía  con el carro hasta un centro comercial para comprar el periódico. Posteriormente, otra amiga me dijo que hacía lo mismo, y yo me quedé pensando en lo terrible de la soledad.
Estar sola es una condición que generalmente no buscamos ni deseamos.  Por diversos motivos, una mujer puede estar o quedarse sola, ya sea por un divorcio o separación, por la muerte del compañero, o porque ese hombre deseado nunca llegó.  Sin embargo, la soledad no debe envolvernos de tal manera que terminemos en una fuerte depresión. Ante todo busquemos a Dios, Su Amor, Su Presencia en nuestras vidas es un cobijo dulce y profundo: el ir a nuestra iglesia, el refugiarnos en la oración, son formas de salir adelante, y, si es posible, pertenecer a algún ministerio o voluntariado donde podamos compartir con otras personas el gozo de servir.
Pero si no estamos muy conectadas con lo espiritual o religioso, es muy recomendable realizar una actividad grupal, ya sea de índole artística o deportiva, como un coro, clases  de danza (actualmente hay muchas oportunidades de danza árabe, bailoterapia, salsa casino, etc.), yoga, taichí, natación y otras a las cuales tengamos que asistir frecuentemente y donde con seguridad conseguiremos personas afines para compartir, no necesariamente una pareja.
Quedarnos en la soledad no es lo mejor. Cuando conseguimos grupos que armonizan con nuestra forma de ser o de pensar, el amor fraternal nos llena de otras maneras que nos ayudan a retornar a la alegría y al compartir. Sí, compartir es la clave: invitar a los amigos a la casa, cocinar juntos, escuchar música, bailar, meditar, hacer círculos de lectura, de oración o de películas (¡qué bueno que existen los DVD y los  blue ray!), darnos cuenta que no somos una isla, que podemos hacer tantas cosas, incluso individualmente si no somos muy extrovertidas, como la jardinería, repostería u otro tipo de cocina creativa, lecturas, películas y sobre todo, atrevernos a ir a algún espectáculo sin compañía como el cine, el teatro o eventos de música y danza; lo importante es la actitud, no porque vivas sola estás necesariamente sola y vuelvo al  primer consejo:  busquemos a Dios, como lo dijo Jesús: “Busca primero el Reino de Dios y su justicia y todo lo demás te será añadido” (Mt. 6:33), sentiremos que Él siempre está ahí verdaderamente, en las buenas y en las malas.
Un beso, un abrazo y una sonrisa.

EL SÍNDROME DE PENÉLOPE


Esperar como Penélope parece ser el destino de muchas mujeres: esperar de muchas maneras, pero el final feliz de la historia de amor de Penélope y Ulises como lo podemos ver en el siguiente enlace, no siempre ocurre en la vida real.
Como terapeuta tuve muchos casos de mujeres que esperaban la decisión de sus novios o parejas para casarse, o de regresar de otro país o ciudad porque  y que les había salido un empleo o unos estudios ineludibles y por lo tanto tenían que ir a cumplir “con su obligación”; sin embargo, esa espera interminable nunca acabó, y terminaron en un adiós, en un silencio, o simplemente en un abandono.
En otras ocasiones me tocó ver de cerca el dolor de “la otra”, la amante que por años aceptó el amor de un hombre casado y finalmente se quedó esperando que él se divorciara siempre con un “cuento” nuevo: que si los hijos están pequeños, que si la mujer está muy enferma o que se niega a darle el divorcio, que si los hijos son adolescentes y él tiene que estar para controlarlos, que si llegó el nieto, que la presión familiar. En fin, son muchas las excusas que tiene un hombre para eludir la responsabilidad de un compromiso con la otra mujer que espera detrás de bambalinas, que pasa sola la Navidad, el Año Nuevo, las vacaciones de verano, los domingos y paremos de contar. Ella sigue esperando y esperando, y la vida se le pasa, la juventud se consume, ¿y él?, bien gracias: está atado para siempre a su matrimonio, lo cual debe ser lo lógico, pero su engaño no sólo afecta a su esposa sino a aquella que aceptó vivir la aventura con él.
¿Vale la pena esperar? Es una incógnita que se puede presentar a menudo, pero según las sabias palabras de mi madre: “lo que no funciona al principio, no funciona al final”. Sí, una espera prudente es buena, pero no como la de Penélope, porque mientras tanto los años pasan, y a lo mejor la vida nos acerca a otros amores que sí son posibles, reales y sobre todo legales (estamos seguros que edificar una relación a costa de la destrucción de un hogar no traerá precisamente buenas consecuencias) y, al final, podemos quedarnos completamente solas y sentir que no valió la pena.
La mujer posee una intuición innata y sabe de verdad si ese amor es bueno, fiel, creíble, “esperable”, pero aún sabiendo la verdad en lo recóndito de su alma, sigue apostando a lo imposible. Ante la duda, hay que entrar en el silencio, pedir sabiduría a Dios, y tomar la  mejor decisión. Seguramente, al renunciar a lo que no corresponde aparecerá la pareja perfecta para ella. Hay que recordar que un “no” dicho a tiempo es mejor que una eterna espera, como la de la otra Penélope, la de la canción de Joan Manuel Serrat, aquella que luego de esperar largos años en la estación del tren a su amado y verlo regresar, le pasó lo siguiente:
“Le sonrió con los ojos llenitos de ayer,
No era así su cara ni su piel: -Tú no eres quien yo espero.
Y se quedó con su bolso de piel marrón y sus zapatitos de tacón, sentada en la estación…”
Y me despido como siempre, con un beso, un abrazo y una sonrisa.

jueves, 30 de junio de 2011

DATE TU TIEMPO: POCO A POCO

He renunciado a ti, no era posible, fueron vapores de la fantasía
son ficciones que a veces, dan a lo inaccesible
una proximidad de lejanía.
Yo me quedé mirando cómo el rio se iba poniendo encinta de la estrella,
hundí mis manos locas hacia ella, y supe que la estrella estaba arriba.
La Renuncia del poeta venezolano Andrés Eloy Blanco


Renunciar no es para nada fácil. Es arrancarte un pedazo de ti, olvidar que ya la vida no es la misma, que ahora hay que enfrentar día a día una soledad que te esperabas ¿O que no te esperabas? La verdad, esto es cuestión de tiempo, de ir poco a poco soltando lo que ya no es, pero no para dar paso al vacío, sino para llenarlo con pequeños copos de vida, de sonrisas, de canciones nuevas, de ambientes distintos, de nuevas plantas, de frescas flores, de deleitarte con  pan tostado, con cotufas, cereal o tu fruta favorita. Date la oportunidad de estrenar un color nuevo de pared,  un cojín diferente o  una nueva rutina, como ir a caminar, adoptar una mascota, o tomar clases de lo que quieras, ¡hasta de repostería!, pero ojo, no es para engordar, sino para disfrutarlos en compañía de los seres que te aman, para invitar a aquella amiga o amigo que hace tiempo que no ves. Para llevarlo a la abuela o a la tía que olvidaste con el transcurrir de tu antigua vida. ¿Y qué tal si vas a visitar un ancianato con uno de esos postres y los compartes con esos seres prácticamente abandonados? No hay nada que consuele o que llene más el corazón que las buenas obras. A cambio, sentirás un gozo, una recompensa, la calidez de un abrazo o una sonrisa agradecida.  
Cuando nos quedamos en  compañía de la soledad, ya sea por separaciones, divorcios o la muerte del ser amado, hay que vivir el duelo, llorar, aceptar que estamos tristes o que nuestro corazón está lleno de rabia por la pérdida. Pero es válido, no hay que sentirse culpable: hay que asumirlo, pero no quedarse sumidas para siempre en esos sentimientos; hay que secar las lágrimas, cambiar la energía, abrir las ventanas, aspirar aires nuevos, aunque no sea tan puro en nuestra ciudad, sentir el sol o la lluvia; salir, si es posible, a un parque o plaza cercanos, observar la alegría de los niños, y cada día soltar un poco más, ir renunciando cada día, poco a poco, hasta llegar como el final del poema con el cual inicié este artículo.
“Yo voy hacia mi propio nivel y ya estoy tranquilo, desbaratando encajes, regresaré hasta el hilo. Cuando renuncie a todo seré mi propio dueño. La renuncia es el viaje del regreso del sueño.”
Un beso, un abrazo y una sonrisa.

miércoles, 22 de junio de 2011

“LA MÁS HERMOSA DEL REINO…”


¿Te suena? Todas las Blancanieves de la vida real nos hemos topado alguna vez con una bruja que quiere envenenar nuestra vida o usurpar nuestro puesto.  A veces lo logran, pero si ese es tu propio caso, no dejes que tu aspecto lo denote. Así, aunque tu corazón esté hecho tiritas, añicos, trocitos, lo primero que tienes que hacer es ponerte más linda que nunca: arréglate, si es posible cámbiate el look, hazte un corte de cabello, píntatelo, refréscate el rostro con mascarillas, y los ojos, que por supuesto pueden estar hinchados de llorar, cuídatelos, ponte colirio, motitas de algodón con agua fría (una taza con una cucharadita de azúcar) o leche fría, o las famosas ruedas de pepino o papa. 

Si tu presupuesto te lo permite, compra ropa nueva; si no, “jorunga” en tu closet, seguro encontrarás cosas lindas que hace tiempo no usas, a lo mejor la minifalda o el pantalón pegadito que dejaste de usar porque a él no le gustaba. Maquíllate, pon toques de color en tus mejillas (como las de Blancanieves) y en tus labios, el color más lindo que te luzca, y si puedes usa tonos un poco fuertes, como el rojo u otros intensos que te den vida.  Cuando salgas, hazlo con la frente en alto, orgullosa de tu belleza, de tu autenticidad, de tu nobleza, (para eso eres princesa) y sonríe. Sí, yo sé que cuesta, pero practícalo en el espejo, y estoy segura que tu “espejo mágico” te dirá que sigues siendo la más hermosa del Reino. Posiblemente en algún momento te lo encuentres en el camino, y si va con la bruja mala, tú estarás más linda que nunca y pasarás erguida y digna, porque las reinas no se rebajan a pelear con las brujas. Bueno, hasta ahora nunca he visto ese episodio en los cuentos, ni lo veremos.  Amiga, la apariencia externa por sí misma no basta: aquí te recomiendo un ejercicio que te puede ayudar. 

Liberando tensiones: si estás en casa, puedes usar una sabanita o paño colocado en el piso y te tiendes sobre éste boca arriba, descalza, los brazos a los lados del cuerpo; procura tener ropa cómoda sin nada que te apriete, y preferiblemente date un baño previamente con agua tibia.  Si tienes música relajante (muy importante que la consigas) colócala a un volumen suave,  si te gustan los inciensos o los aromas de los sachets, utiliza aroma de rosas, lavanda o vainilla. Toma el aire suavemente contando hasta cuatro, retienes contando hasta cuatro y sueltas contando igual, retienes por el mismo tiempo y vuelves a tomar aire. Esto lo vas a hacer unas cuatro o cinco veces y luego te quedas respirando normalmente. Cuando tomas el aire, siente que tomas paz, armonía y equilibrio. Cuando lo sueltas libera toda rabia, dolor, tensión, etc. Luego piensa en tu paisaje favorito: una playa, la montaña, o cualquier otro lugar. Recréate viendo cada detalle, color, cielo, nubes,… Piensa en Dios, en su Amor, el único Amor que jamás te fallará, pídele ayuda y descansa, pero no te duermas. Al estar en el piso estás descargando a tierra toda la tensión que tienes y al tomar el aire te nutres de todo lo bueno y tus pulmones se oxigenan y armonizan tu cuerpo. Este ejercicio es de unos veinte minutos. También lo puedes hacer al aire libre en un parque o la playa a horas tempranas o al final de la tarde. 

El relax ayuda mucho en situaciones de tensión, dolor, rabia o tristeza. Embellece tu alma con el perdón y siente que podrás salir adelante con la ayuda del Creador, Él es tu Padre-Madre y no te abandonará nunca en los momentos difíciles, porque siempre está en todo instante de nuestras vidas. En la medida que perdones (en el blog hay ejercicios de perdón) te irás liberando y te sentirás más liviana. Recuerda que si una relación no funcionó, no significa que siempre será así en tu vida, otro amor vendrá, el que tú mereces, el mejor, porque al fin y al cabo, la princesa que eras se convirtió en Reina: la más hermosa del Reino, de su propio Reino. 

Un beso, un abrazo y una sonrisa.

miércoles, 15 de junio de 2011

EL PODER LIBERADOR DEL PERDÓN

Las ofensas y los errores, cuando vienen de seres queridos, son más dolorosos y más difíciles de olvidar. Cuando estamos bajo la oscura sombra de un duelo por una separación o un divorcio es aún más cuesta arriba perdonar. Pero puedo asegurarte que vale la pena hacerlo; no es algo que se logre de un día para otro pero es importante mantener un régimen  de prácticas de perdón.
Aquí te entrego una serie de ejercicios que pueden funcionar cuando de perdón se trata, puedes hacerlo todos o con el que te sientas más identificada, puedo asegurarte que perdonar te liberará no sólo del fantasma de la ofensa sino de muchísimas enfermedades causadas por el resentimiento.
1.   Visualización: imagina a la persona que te ha ofendido, en pensamientos, palabras, obras u omisión. Invoca al Espíritu Santo y pídele que con su poder sanador te ayude a perdonar y le dices a esa persona como si lo tuvieras enfrente: YO TE PERDONO (7 veces). Como te has sentido dolida por lo que te han hecho, seguramente tú también respondiste con rabia, le deseaste lo peor, le devolviste el golpe, etc., entonces dices: PERDÓNAME (7veces). Y por último, como estás indignada contigo misma porque has permitido muchas cosas que te llevaron a esa situación, te perdonas a ti misma imaginándote que te ves en un espejo (o, si quieres y puedes, te ves en un espejo) y te dices: YO ME PERDONO (7 veces). ¿Fácil? Bueno, a veces no tanto, sobre todo porque al principio no nos sale ese dichoso YO TE PERDONO, pero no importa, has un esfuerzo, dilo aunque sea de palabra. Poco a poco, a medida que lo vayas haciendo cada día, llegará el momento que lo estarás haciendo de corazón y cada vez más te sentirás liberada. Puedo asegurarte que es efectivo. ¡Uf! ¡Qué alivio!

2.    Cuéntate tu historia: Cuando estés sola, en casa o en tu habitación (si siempre hay gente, coloca alguna música con el volumen un poco alto), échate tú misma el cuento de lo que te ha pasado, dos, tres, cuatro, cinco o más veces. Repítelo cada día, ponle cada vez más detalles que vayas recordando, lugares, la ropa que tenías puesta, etc. Llegará un momento que de tanto repetirlo te darás cuenta que ya no lloras, no te revuelves de la rabia, no te da la depre, porque empezarás a concientizar que tú vales mucho y que esa persona no supo apreciarte ni a ti, ni todo el amor que le diste, ni mucho menos todito el bien que le hiciste. ¿Una copita de alcohol? Nada que ver, pero sí un buen vaso de agua, una agüita de coco, un agua saborizada, un juguito natural, tu preferido, para no deshidratarte.

3.   Borrón y cuenta nueva: Escribe lo que te pasó y léelo cada día, y cada acontecimiento negativo (al cual le debes dejar un espacio como de media línea), después de una semana de lectura, táchalo o bórralo y ponle en el espacio que dejaste BORRÓN Y CUENTA NUEVA, y en las páginas siguientes escribe lo que deseas hacer, tus proyectos que dejaste de realizar, los cambios que pondrás en práctica en tu persona, en tu vida  y en tu propia casa.

En las próximas entregas te daré otros ejercicios. Hasta pronto: un beso, un abrazo y una sonrisa.

domingo, 12 de junio de 2011

ACERCA DE "EL VALOR DE SER MUJER"


La mariposa es un hermoso ejemplo del poder transformador de la Naturaleza, es un símbolo femenino que nos inspira a elevarnos por encima de los retos de la vida (en homenaje a mi amiga M.T. quien inspiró este blog)

Hola amigas, EL VALOR DE SER MUJER es una red de apoyo para nosotras, mujeres: madres, hijas, novias, parejas, esposas.

Hace poco una amiga muy querida sufrió uno de los actos de violencia masculina más feroces que puede sufrir una mujer. Su pareja desde hacía ocho años acababa de obsequiarle una hermosa Luna de Miel de aniversario, y la semana siguiente la dejó por otra, sin mayores explicaciones, según porque tenía que “vivir nuevas experiencias”.  ¿Parece una exageración decir que fue un acto de violencia? No le pegó, ni la insultó, pero la agredió en lo más íntimo de su ser: la agredió en su confianza, en su fe, en su fidelidad, y sobre todo en sus sentimientos y entrega de todos esos años.

Como ella es un ser realmente hermoso, se ha hecho querer por mucha gente, y enseguida todas sus amistades iniciaron una campaña de ayuda: llamadas, mensajes de texto, terapias, consejos y sobre todo oración. Ella, además con sus conocimientos terapéuticos y espirituales, trabajó inmediatamente para ayudarse. De esto aún no hace un mes; si alguien que no la conoce la ve, jamás imaginaría que ha pasado por una experiencia terrible, porque está más bella que nunca, más sonriente, amable y dispuesta a seguir adelante, por ella misma y por sus hijos.

Yo, no sólo siendo testigo de lo ocurrido sino participando en el apoyo y consejos como su amiga, me puse a pensar: ¿Y si ella no hubiera tenido todo ese conocimiento y esa ayuda? ¿Qué hubiera ocurrido? Como tantas otras mujeres, se hubiera dado a la bebida, a la desesperación, a la depresión, a un encierro sin fin, y en los casos más extremos (Dios la proteja), y como ha ocurrido en la historia humana, al suicidio. Fue entonces que pensé: bueno, yo no soy muy adepta a las redes sociales. Para mí, la internet sólo es mi maravillosa fuente de investigación de los temas que me atañen como las danzas sagradas, folklóricas y tradicionales de toda la Tierra, y otros temas de corte religioso, espiritual y filosófico; pero dado que desde muy joven además de formarme como comunicadora social, he trabajado durante muchos años como sanadora y orientadora, decidí comenzar este servicio que sería un aporte más de la Fundación María Ecuménica, a la cual pertenezco, para aquellas mujeres que a diario sufren maltratos, abandono, vejaciones y que no tienen las herramientas para ayudarse a sí mismas ni pueden ayudar a su familia en casos como el mencionado y otros.

En ningún momento mi idea es ir en contra de los hombres ni criticarlos ni disminuirlos, pero sí que también los hombres que se asoman a las ventanas de sus computadoras puedan leer, reflexionar y ser mejores. Todos, absolutamente todos, son hijos; algunos son novios, parejas o esposos, y muchos son padres. ¿Están conscientes de todo el daño que pueden hacer con sólo un gesto, una palabra, una acción o una omisión? ¿Se dan cuenta cómo, en el día a día, pueden herir a esa mujer (o mujeres) que está(n) alrededor de sus vidas?

Estos son tiempos muy difíciles en la historia del planeta Tierra: tiempos de abusos de poder en todos los ámbitos, de violencia, injusticias, alteraciones, depresión y estrés. Por estas y muchas otras razones,  las familias deben buscar la unión y la comunicación, porque, además, el exceso de medios tecnológicos nos alejan cada vez más de los seres queridos, aún conviviendo bajo el mismo techo. Ahora los hombres  no ocultan sus rostros detrás de las páginas de los periódicos, sino en las pantallas de las computadoras, y cada día hablan menos con sus madres, hermanas, parejas y esposas (en el caso de las novias no, porque el plan de conquista hace que al menos chateen con ellas por los celulares o a través de las redes sociales), amén de la televisión por cable o los videojuegos: todo un mundo cibernético que se ha convertido en la “verdadera familia” de aquellos que se vuelven adictos a los mismos. Sin embargo, a la hora de ser víctimas de un acto de violencia, de una enfermedad, desempleo,  operación quirúrgica, estrés o depresión, la primera que está al lado del hombre es la o las mujeres que lo acompañan, sea la madre, la novia, la esposa, la hija, y hasta las hermanas.

Vivir la vida es tan importante, porque no sabemos por cuánto tiempo tendremos a ese ser femenino que siempre está allí, como dice la promesa matrimonial: en las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza.

EL VALOR DE SER MUJER es una “puerta dimensional” para acompañarte y orientarte en los momentos difíciles tanto como en los buenos momentos. Te invitamos a enviarnos artículos, consejos, reflexiones y como nuestra Fundación es Ecuménica, es decir, universal, oraciones no sólo católicas las cuales amamos compartir, sino de otras religiones y espiritualidades para aquellas amigas practicantes de otras fe.

EL VALOR DE SER MUJER es tu nueva amiga en la red, a través de Belkis Aquino, tu hermana del Cielo en la Tierra. Un beso, un abrazo y una sonrisa.