jueves, 8 de marzo de 2012

He vuelto a renacer: mi testimonio

Mis queridas amigas: en este Día Internacional de la Mujer, he querido retomar esta página con más bríos que nunca.

Estuve ausente sin publicar nuevos artículos debido a una aparatosa caída que me dí en agosto del año pasado, bajando de una camioneta de pasajeros. Me fracturé la tibia y el peroné a la altura del tobillo izquierdo y eso ameritó una operación de emergencia durante la cual me colocaron 8 tornillos y una placa de metal. 6 semanas después, me volvieron a operar para  retirar el más largo de los tornillos que ayudó a sostener el hueso para su soldadura. Todo esto implicó mes y medio de reposo en silla de ruedas y "el fuerte aprendizaje de depender de otros"; fuerte sí, porque cuando estamos acostumbrados a realizar nuestras actividades independientemente, a crear, dirigir, ayudar a otros, y vernos impedidos no sólo de caminar, sino hasta de tener que ser asistida para alimentarme y para el aseo personal, valoramos realmente los dones que Dios nos da de la salud y apreciar como nunca el tener una bella familia y el mejor compañero de vida.

Fue verdaderamente difícil, dado además que soy muy temerosa de todo proceso de curación que implique dolor (inyecciones, sacadas de sangre, medicación intravenosa y ¡operaciones!). Sin embargo, desde el primer momento de la caída, Dios me envió la ayuda y en menos de 20 minutos ya estaba en la clínica que indiqué y pude ser atendida inmediatamente, pero lo que me llamó la atención es que el médico que me atendió en la emergencia casualmente ¡era un traumatólogo! Mis amigos al ser avisados comenzaron inmediatamente una cadena de oración y yo sentí una serenidad total, tanto que al ser informada de la operación, con toda calma pregunté al médico si él creía en Dios y que si se encomendaba a Él antes de operar. El doctor  me aseguró que sí, y al día siguiente a primera hora, al entrar al quirófano, sacó su blackberry y me mostró la oración que hace siempre antes de operar. Luego mis terapeutas resultaron ser también no sólo excelentes profesionales sino personas de Fe. ¿Casualidad? En todo este proceso sentí la realidad de las palabras de Nuestro Señor cuando dijo "Busca primero el Reino de Dios y su Justicia y todo lo demás te será añadido". ¿Qué más podía pedir?

Han sido 6 largos meses. Mucha gente me decía como una sentencia: ¡Vas a tener que llenarte de mucha paciencia! Pero yo he sentido, a pesar de los malestares y fuertes dolores durante la rehabilitación, una paz inmensa. He sentido la presencia de Dios y de la Virgen Santísima acompañándome, fortaleciéndome y sobre todo acercándome más a Él. Durante más de veinte años he practicado danzas que en los últimos años dediqué al Señor y a llevar una conciencia de conservar la Tierra. Yo pregunté a mi médico durante mi recuperación de la primera intervención quirúrgica, si podría volver a danzar y él no me respondió. Yo me puse algo triste pero luego dije a Dios "Hágase Tu Voluntad". Mes y medio después al terminar la segunda operación, el médico dijo a mi familia que empezaría mi rehabilitación al día siguiente para que yo pudiera no sólo caminar sino volver a danzar. En febrero de este año al examinarme me dijo con alegría: "En marzo puedes comenzar con tus danzas", y ahí voy poco a poco con la gracia de Dios, alabándolo día a día porque estoy viva y porque podré danzar de nuevo para Él.

¡Feliz día a todas las mujeres del mundo! y nunca, pase lo que pase, pierdan la Fe.

Un beso, un abrazo y una sonrisa.